martes, 17 de agosto de 2010

Breve elegía a Aang


Algunos podrán tachar de cursi y hasta melodramático el dedicarle una elegía a un animal (cosa curiosa, nosotros también somos animales, sólo que usamos ropa); sí tú eres una de esa personas con perdón te digo (ni tanto, ultimadamente me vale madres si me perdonan o no) que eres un pendejo. Sí, un PENDEJO con toda la extensión de la palabra.
Los animales (repito, los seres humanos también somos animales, pero para evitar tantas explicaciones seguiré refiriéndome como animales a los animales), las plantas, las rocas, todo lo que existe naturalmente en este mundo debe (o al menos así debería ser) ser amado y respetado por todos, y sobretodo por nosotros, los grandiosos seres humanos que en nuestra estúpida soberbia nos sentimos más importantes que todos los demás animales sólo porque tenemos Razón (los animales también la tienen, ¿quiénes chingados somos nosotros para decir lo contrario?); quizás nosotros estamos concientes de que existimos y de que algún día moriremos (eso es lo que nos separa de otros animales), pero tal vez los animales también lo saben, pero somos tan estúpidos y arrogantes que nos creemos los únicos con ese conocimiento. Pues sí, somos únicos, pero los únicos animales de todo el planeta tierra que desprecian a sus iguales, que los mira diferentes sólo porque no tienen autos, ropas elegantes, computadoras y demás cosas que nos han dado nuestra Razón.

¿Por qué hablo de esto? Quizás ya lo intuyeron, pero es porque en la familia acabamos de experimentar otra pérdida; un cachorro de bóxer de tan sólo 4 meses de edad, llamado Aang. Murió en manos de médicos negligentes que no supieron hacer su trabajo (dijeron que tenía una simple infección estomacal y resultó ser moquillo; se les firmó una autorización para hacer análisis y se hicieron pendejos y no los hicieron); pregúntome yo, uno como médico (yo no lo soy, pero me supongo que es una medida común y hasta obvia en cualquiera que se jacte de ser médico) debe conocer síntomas, y en caso de que estos no se presentaran (como argumentaron estos seudoveterinarios), al tratarse del moquillo una enfermedad tan común en los perros, ¿el sentido común no te llama a hacer pruebas de dicha enfermedad aunque los síntomas no se presenten (por cierto, sí se presentaron, pero en su deficiencia no los reconocieron) para descartarla en caso de dar negativo o combatirla en caso de ser positiva? Eso es lo que yo creo, pero al parecer los médicos veterinarios de la CLÍNICA VETERINARIA BIOS, ubicada en Av. PLAN DE SAN LUIS # 1556. COL. MEZQUITAN COUNTRY. GUADALAJARA, JALISCO. LA MVZ (MÉDICO) DONAJÍ MÓNICA B. IBARRA P. Y su esposo, de quien lamentablemente no cuento con su nombre pero que es otro médico veterinario de la clínica, no tienen esa cosa llamada sentido común. (Sí, así es, he comenzado una campaña de desprestigio en contra de estos tipos; hé pegado ya carteles en todo el barrio en el que vivo y en algunos otros, me he plantado fuera de la clínica veterinaria Bios a entregar volantes en donde detallo lo sucedido con Aang y ahora lo hago a nivel red, para aprovechar el poder comunicativo de la internet) .

En México no existen leyes que protejan a los animales (si las que se supone deberían protegernos a nosotros las autoridades nos las cumplen o las violan cada que se les hincha uno, ¿qué les puede esperar a los animales?). Lamentablemente para los animales viven con nosotros, la grandiosa raza humana, que, repito, en su soberbia y arrogancia se ha olvidado de que es parte de la naturaleza (tanto así que se creó su propio hábitat, ese que nos rodea, el de acero y concreto) y esto, algún día (que cada vez se ve más cercano) nos terminará destruyendo; la raza humana será estúpidamente destruida por sí misma, por esa Razón de la que se siente tan orgulloso.
Yo también me siento orgulloso de ella, pero porque yo, al igual que muchos otros, la utilizamos para tratar de mejorar las cosas, para ser mejores personas. Y ser una mejor persona no sólo consiste en aprender a convivir con las demás personas, sino con toda la naturaleza; los perros, los gatos, los pájaros, las ratas, los peces; los mamíferos, los reptiles, los anfibios, los insectos, las aves… las plantas, las rocas… todo lo que nos rodea. Si eres una de esas personas a las que no les gustan los animales está bien, cada quien, no digo que todos nos volvamos druidas y nos pongamos a abrazar árboles o cometamos la idiotez de irnos a vivir con una manada de leones o de osos grizzly (como el hombre grizzly, de Discovery Channel, que fue muerto y comido por la manada de osos con que vivía en su intento por convivir con estos seres; el sentido común y la Razón no sólo sirven para presumirlos, hay que saber usarlos, pues). Repito, si no te gustan los animales está bien, pero eso no te da derecho a lastimarlos, matarlos, despreciarlos y envenenar poco a poco su ambiente (que también es el tuyo, pendejo, el nuestro, el de todos; lo que les haces a ellos te lo estás haciendo a ti mismo). ¿Cuándo fue la última vez que un perro te puso una cadena de castigo para que hicieras lo que él quisiera? ¿Cuándo fue la última vez que una manada de lobos salió a cazar humanos por diversión y colgaron sus cabezas como ornato en sus casas? ¿Cuándo fue la última vez que un elefante le quitó sus dientes a una persona para hacerse un piano o que una marta o una foca asesinaron a un bebé para usar su piel en un elegante coctel?
Lo digo en serio, si seguimos por este camino nos vamos a ir a la chingada y de nada habrá servido todo lo que hemos descubierto y conocido hasta el momento. La Razón del ser humano tiene cosas maravillosas; gracias a ella hemos aprendido a curar ciertas enfermedades, pero también nos hemos dado a la tarea de crear las propias y usarlas como armas contra nosotros mismos, como el ébola y el sida (no sólo me refiero a la raza humana con nosotros mismos, sino a todas las especies animales). Gracias a la Razón también creamos cosas tan hermosas como el arte (la expresión más libre y bella de la humanidad, lo que me hace seguir creyendo en ella y en su redención). Gracias a la Razón hemos llegado al espacio y a conocer cada vez un poco más el universo. Pero también gracias a la razón creamos el odio, el rencor, la soberbia, la pobreza y la riqueza, la injusticia, la desigualdad; la guerra, el asesinato, la violación… carajo, cuando uno se centra en este tipo de acciones puede llegar a aborrecer a la raza humana (y justificado sería, además).
Así que si eres de los que ven en los animales a estorbos que deben ser maltratados y exterminados déjame decirte que eres un completo imbécil; la verdad, lo eres, lo veas por donde lo veas lo eres, no hay justificación. Si eres de los que se sienten superiores porque tienes tecnología y crees que la Razón y la inteligencia consiste en la habilidad que tengas para hacerte rico sin importar si exterminas especies, hábitats o lo que se ponga en tu camino para crecer económicamente, déjame decirte, también, que eres un imbécil; no mereces vivir entre nosotros, en el planeta tierra; el mundo verdaderamente estaría mejor sin gente como tú.
De verdad piénsenlo. Los que aman y respetan a la naturaleza me darán la razón (y que quede claro que no pertenezco a ningún grupo ambientalista ni nada por el estilo, es sólo que me gusta tanto el mundo que me molesta que existan tantas personas, millones lamentablemente, que piensan que sólo por tener nosotros, los humanos, raciocinio, ya somos mejores, superiores y más importantes que los otros animales).
Si alguien mata o daña de alguna forma a otro ser humano es castigado (si es pobre, si tiene dinero puede cómodamente comprar su libertad y su exoneración), pero si alguien mata a un perro, a un gato, a una rata o pisa a una cucaracha simplemente porque se posó en su mano, nadie le dice nada. Es más, a los cazadores (esas detestables personas que gustan de adornar sus casotas con cabezas de animales y especimenes disecados) se les premia, se les reconoce como grandes deportistas… chale, asesinar es un deporte, ¿quién lo hubiera pensado? (es sarcasmo, por cierto).
Ya estuvo bien de sentirnos tan inalcanzables, tan únicos; deberíamos usar nuestra Razón, de la que tanto orgullo sentimos, para sanar al planeta y a todos los que lo habitamos… pero nos dedicamos a todo lo contrario; contaminamos los mares, desaparecemos a otras especies por diversión o por una indiscriminada masacre para comérnoslos (la obesidad es otra cosa que nació con la razón del humano; el pecado de la gula no es por comer en exceso (tampoco es pecado comer carne), sino porque al hacerlo agotamos nuestros recursos). ¿No pensamos acaso que cada que una especie vegetal o animal se extingue le hacemos un daño irreversible y terrible al planeta; nuestro hogar?
Cuando nos acabemos el planeta ¿qué?, ¿los ricos del mundo nos van a comprar otro? ¿Nos vamos a ir a Marte a seguir comportándonos como los pendejos sin escrúpulos que somos? (yo no me considero como tal y conozco a muchos que tampoco lo son, pero por lealtad racial hay que incluirnos en las generalidades, ya qué). ¿Cuando no tengamos dónde vivir de qué nos habrá servido acumular riquezas? Eso es lo que los que contaminan en nombre del dinero parecen no entender o son tan estúpidos que creen que no sucederá o tan nefastos que no les importa lo que suceda mientras ellos ya no estén vivos para verlo… chingado, lo digo en serio, cada vez me convenzo más de que somos una mierda de especie; lo peor de lo peor, lo más lamentable que le pudo haber sucedido a la tierra fue que el ser humano comenzar a crear conciencia. Y lo peor es que todos esos que no se interesan en cuidar al mundo nos van a llevar entre las patas a los que sí nos preocupa lo que le hacemos al planeta.
De verdad, si no enmendamos el camino y nos bajamos de nuestra nube de Razón nos va a cargar la chingada, y no importa cuánto dinero y cuántos edificios enormes tengamos, pues ¿de qué nos servirán cuando no tengamos un mundo y comencemos a extinguirnos poco a poco? Quizás sólo en ese momento la raza humana entienda y recapacite, pero será demasiado tarde; como dice el dicho, después de ahogado el niño a tapar el pozo. Yo no creo en Dios, creo en la naturaleza, y creo que estamos siendo sometidos a una prueba (la prueba es la vida misma)… y ¿qué creen? Estamos perdiendo.

Para despedirme quiero decir que, aunque estoy molesto (muy molesto) por lo que le sucedió a Aang, todo lo que aquí dije en verdad lo pienso, no habla mi enojo, sino que es algo en lo que he pensado mucho.

Aang, a nombre de la familia completa, te pido disculpas por no haber podido cuidarte como hubiéramos querido, por haberte llevado a tu muerte en una incompetente clínica veterinaria. Perdón.

Nos vemos cuando nos veamos.

Pd. Aquí les dejo unas palabras que Yamileth Kuruni escribió en su blog, cuya entrada está en mi blog también:


Odio a la gente cobarde.


Envenenaron a un perro que solía ir a la casa a saludar. Era un perro muy cabrón (lo habían atropellado como siete veces ya) pero con mi familia era tierno y cariñoso. Lo conocí hace dos meses y me fue a despedir. No era callejero, tenía casa y allí iba a dormir, nomás que le encantaba la calle. Tenía una vibra traviesa y tierna.

Odio a la gente cobarde, a la gente que se acerca a ti con intenciones culeras disfrazadas. La gente que hace algo negativo escondida en la tranquilidad de sus casas. La pinche gente envidiosa. Porque estoy segura que eso le envidiaban: que era un ser vivo feliz, sano, fuerte, libre.

No importa a cuántos animales envenenes ni el falso poder que sientas al acabar con una vida tan valiosa de una forma tan vil. Siempre vas a envidiar a los demás, siempre vas a sentirte miserable y con menos valor que un perro semi-callejero que no te hacía ningún mal. Nunca vas a tener el valor para salir de tu pinche agujero de falsa seguridad. Ese perro al que cobardemente asesinaste fue más feliz y más pleno de lo que nunca serás tú.

Ojalá y haya un infierno especial para la gente cobarde.