viernes, 7 de noviembre de 2008

Un futuro desalentador... La Gran Guadalajara


¿Cuántos de ustedes recuerdan una película setentera, mexicana, llamada "México 2000", en la cual nos muestran un México completamente distinto al que conocemos de siempre; sin corrupción, sin crimen, sin prejuicios sociales y gente desconcertantemente amable, es decir, todo lo contrario a lo que todos sabemos es nuestro país. La película pretendía retratar un México primermundista, pero más mostraba a un México falso en cualquiera de sus aspectos.


Ahora bien, ¿han escuchado el nuevo slogan del Gobierno de Jalisco? ese de "Todo será distinto en la Gran Guadalajara". Es un proyecto a largo plazo, que pretende estar completo en 2030. Pero, ¿han pensado a fondo el asunto, pero realmente a fondo?



No soy una persona paranoica (o al menos no tanto), pero la verdad es que, en éste país, ya no se sabe. Las cosas más extrañas, surrealistas y absurdas suceden aquí, si no sólo lean un día el periódico, y se encontrarán con al menos un par de noticias que pensaran que se trata de una broma, y es que, repitiendo el anterior aforismo, “ya no se sabe”.
Lo siguiente es porque hace unos días leí en el periódico que se había presentado una nueva maqueta del proyecto de la Villa Panamericana; mientras leía pensé en por qué el gobierno había tomado la decisión de construir el complejo en una de las zonas más complicadas de la zona metropolitana. ¿Qué sucedería cuando los atletas internacionales y nacionales y turistas de igual índole comenzaran a ser asediados por asaltantes, proxenetas, policías y simples oportunistas? Eso no sería una buena publicidad para una ciudad como Guadalajara que pretende dar una imagen que no tiene al mundo (promovida, claro está, por su excelentísimo señor gobernador del estado). Entre risas continuaba bromeando con el asunto cuando, de pronto, una idea un tanto más macabra se insertó en mi cabeza.
Déjenme comenzar por el principio:
Desde que tengo uso de razón, siempre me fue señalada la zona de la ciudad que comprende de la Calzada Independencia hacia el rumbo de Belisario Domínguez, como “la zona de mayor cuidado de Guadalajara”. Todos los adultos de mi niñez se empeñaban en dejarlo en claro, y hasta cierto punto de mi vida yo les creí, hasta que me di cuenta que, si queremos encontrar corrupción, inseguridad y violencia no debemos enfocarnos a un solo cuadro de la ciudad. Lo que sí es cierto es que (y no queramos negarlo), de ese lado de la ciudad se encuentran las colonias más populares (por no decir pobres recurro a éste lamentable eufemismo), de la ciudad y municipios aledaños.
Aceptamos que la ciudad está dividida en tres grandes partes. La primera es la zona centro, que es donde he vivido la mayor parte de mi vida, la segunda es la zona antes mencionada, la que es conocida como la “zona de tolerancia”, y la tercera, relativamente nueva, no tiene un punto único de proliferación, ya que en todas partes comienzan a haber éste tipo de colonias, pero históricamente la zona que comprende de la avenida Chapultepec hacia Américas, siempre ha sido vista como “la zona rica” de la ciudad. La ciudad está organizada de cierta manera extraña que podemos encontrar de todo en todos lados; en otras ciudades del país y el mundo, por lo regular, las zonas pobres están muy delimitadas y alejadas de las zonas ricas y turísticas, si no lo habían notado tan sólo dense una vuelta por Pachuca o Puerto Vallarta, o los más pudientes viajen a Rio de Janeiro. En Guadalajara la cosa es distinta, pues hay colonias pobres y ricas tan mezcladas y cercanas que en ocasiones sólo son separadas por una calle; y no me malentiendan, no digo esto con ánimo de ofender o de decir que no deberían estar tan unidas unas de las otras, sino por el simple hecho de hacer notar las diferencias sociales y económicas; por un lado el “proletariado” y por el otro la “aristocracia”, tan juntos luego de años de evitarse mutuamente. No es sino capitalismo.
Ahora bien, otra de las cosas que más recuerdo de mi niñez, en éste aspecto, es el del comercio. Me explico:
Cuando tenía entre 8 y 15 años de edad, las tiendas OXXO eran sinónimo de alcurnia para muchas personas, (y los que sean mayores de 24 años no me dejarán mentir). En esos años, hablo de finales de los 80`s y principios de los 90`s, si uno contaba con la suerte de tener un OXXO en su colonia, era porque su vecindario era “de ricos”, y todo porque los OXXO antes no respetaban los precios comunes de cualquier tienda de abarrotes (siguen sin hacerlo, pero ahora está un poco más controlado el asunto), por lo que algo que en la tienda de la esquina te costaba 70 centavos, en un OXXO podías encontrarlo hasta en 2000 pesos (recuerden que estoy hablando de antes de la devaluación del 94). Por tal razón, debo decir que me sorprendí mucho la primera vez que vi un OXXO sobre la Calzada Independencia (olvidé cuál fue exactamente), pero de eso ya pasaron muchos años. Lo del OXXO es sólo un ejemplo; el lugar de éstos fue tomado después por los 7eleven y otras tiendas del estilo gabacho, y los OXXO se mexicanizaron al fin y ahora los encontramos en todas partes.
Pero entonces comencé a notar más cosas; al paso de los años, y muy lentamente, hemos visto cómo aquella zona de la Calzada ha sido volteada a ver por el dinero y la moda; verdaderamente cuando me enteré que habían puesto un Cinépolis en la Calzada me reí, porque me pareció algo de lo más extraño, y no porque no sea viable o justo, sino porque (hasta en los cines se nota la diferenciación), los Cinépolis, desde que llegaron a esta “perla tapatía”, fueron los cines de la gente rica, y los Multicinemas, los cines de una sola sala y los llamados Cinemark, o algo así, fueron los cines de la gente pobre (y si no me creen tan sólo chequen los precios). Pues bien, traten de recordar cuántos negocios de éste tipo han visto en ésta zona de la ciudad en los últimos años; recuerdo que antes ni imaginar ver un 7eleven sobre la Calzada, o un Burguer King o Subway, pues todos estos negocios son vistos por muchas personas como símbolos del “progreso” tapatío y por tal razón deben estar en zonas “desarrolladas” de la ciudad, y no en los suburbios.
Entonces, mientras leía la noticia de la villa panamericana me vino a la mente una idea bastante perversa; parece que, de alguna forma (y repito que no suelo ser paranoico, pero la verdad, como ya lo dije, en este país todo puede suceder), el gobierno, los grandes empresarios, los intereses monetarios y todos los que siempre nos han jugado chueco y nos tienen sumidos en la miseria, la inseguridad y la opresión, pretenden ampliar la “zona rica y moralmente respetable” de la ciudad hacia esos puntos antes infranqueables. De pronto me vino a la mente la obra del Metrobús y el paso a desnivel de Periférico. Bien, estas obras tal vez den a la ciudad la imagen vanguardista que torpemente intentó darse con los arcos del milenio (más parecidos a un monumento a McCdonalds), pero seamos honestos, ¿no son más necesarias otro tipo de obras, como la infinidad de obras públicas y de protección civil que necesitan infinidad de colonias que, valga la ironía, se encuentran en la zona más pobre y paradójicamente más identificada en la actualidad con el progreso y el desarrollo turístico y social? Por eso no me sorprendería que, con la villa panamericana, el metrobús, y el nodo vial del Periférico, se pretenda comenzar una ampliación de la “zona pomposa” de la ciudad y mandar a todos los pobres que poco a poco van a ir siendo desalojados con la más discreta elegancia, a las nuevas orillas de la ciudad, a formar nuevas colonias populares y a vivir en la más completa clandestinidad social hasta que el “progreso” de nuevo necesite de más espacio para seguir progresando y tengan que ser removidos nuevamente. Entonces sí, los empresarios y la alta sociedad tapatía podrán salir a la calle gustosos de poder caminar por calles bellas, llenas de edificios suntuosos, hermosas tiendas departamentales, hoteles, complejos habitacionales hechos en serie para familias hechas en serie, spas, gimnasios, restaurantes, antros, plazas comerciales, concesionarias de autos, y todas esas cosas que hacen tan felices a muchos y son su razón de vivir, sin que ningún pobre se cruce en su camino y “afee” el lugar.
No me opongo al progreso (no tendría por qué), pero éste debe venir de la conciencia social e intelectual del hombre, de su evolución como especie pensante, no de su capacidad de hacer ricos y pobres en masa.
Quizás me estoy yendo demasiado lejos con mis especulaciones, pero en un país donde las cosas más extrañas suceden y son posibles, no me extrañaría que para el 2011 Guadalajara dé al mundo una imagen completamente nueva, una ciudad de primer mundo, neófita y virtual, pero de primer mundo, pero a expensas del sofocamiento (como siempre) de los más jodidos.
Espero estar exagerando.
Hasta pronto.

miércoles, 15 de octubre de 2008

el gigante verde o la caída del Imperio "Americano"


Hace unos días compraba un cigarro en un puesto de periódicos cuando vi, en la primera página del Público, una fotografía que nunca creí ver (al menos en vida); un empresario estadunidense preocupado y abatido por la incertidumbre y el desconcierto.
Todo en este mundo tiene un inicio, un desarrollo, una fase de apogeo, un declive y un fin; las personas lo tenemos, y también lo tienen los grandes imperios de la humanidad; todos pasaron por estas etapas en su existencia; el imperio de Alejandro de Macedonia, el Imperio Persa, el Imperio Mongol, Mexica, Inca, Turco, Romano, napoleónico, etc, etc, y como todos estos, el Imperio Estadunidense, aunque distinto en algunos aspectos, igual en caracteres sociales y políticos y en consecuencias, vive, en estos momentos de su historia, la penúltima fase de ese periodo.
Desde mi más “tierna” infancia los gabachos han regido al mundo, y así ha sido desde muchos años antes de mi nacimiento y del de muchos de nosotros. Una de las principales características de todo imperio que se respete es el poder económico y bélico, y los Estados Unidos, por mucho tiempo, no fue la excepción. Todo lo que nos rodea tiene que ver con los Estados Unidos de alguna forma, la conquista cultural a la que nos han sometido es tan vasta y rígida, que muchas de las costumbres cotidianas del mundo se han “agringado”; la televisión que se consume, la tecnología, la cultura, el comercio, todo, en mayor o menor medida, están presentes en nuestras vidas gracias al vecino país del norte. Las guerras, para ellos, han sido parte importante en el desarrollo económico de EUA, desde que participaron en la 2da guerra mundial, los gabachos parecen haber encontrado en la guerra el arma moralista perfecta e ideológicamente conveniente para ellos.
Con el tiempo nos habíamos ya acostumbrado al régimen de estos norteamericanos, y veíamos lejos la posibilidad de que una nueva potencia mundial surgiera. Pero si los romanos, luego de estar en la cima del mundo occidental por muchos años, fueron derrotados por los ostrogodos aprovechando su declive, ¿qué nos hace pensar que no está por suceder lo mismo con los Estados Unidos, y que algún país está esperando el momento oportuno para derrocar al gigante?
Estados Unidos, al paso de los años, ha ido perdiendo fuerza en el mundo, en algunas cosas; de pronto han sido superados por los asiáticos y la Unión Europea, y una gran cantidad de errores, guerras, arbitrariedades, invasiones, intromisiones, y un largo etcétera, se han encargado de mellar cada vez más la fortaleza del imperio. Ahora están muriendo, y me atrevo a decir que ya no hay nada que los salve de la caída. Están sosteniéndose, ahora sí con la uñas, de lo que pueden, y si no fuera por la gravedad de la crisis mundial que se presenta actualmente y que aún no se muestra en sus totales consecuencias, la situación sería para morirse de la risa.
Y es que la historia está llena de ironías y paradojas en las que alguien o muchos salen perjudicados por sí mismos, y comienzan su propia ruina; Luis XVI de Francia fue decapitado por un pueblo harto y hambriento cuando lo que pretendía era seguir abusando de ellos engañándolos; Napoleón Bonaparte fue derrotado por sus enemigos europeos y su propio país mientras intentaba aumentar su imperio; y una de las principales causas en la caída del Imperio Romano de Occidente fue el envenenamiento por plomo, ya que éstos lo usaban para sus tuberías de agua. Es por eso que el hecho de que los Estados Unidos, el país más odiado del mundo, halla propiciado su propia caída económica, es tan risible como preocupante a la vez; risible porque, seamos honestos, todos (o al menos yo), deseábamos ver la caída del imperio, pero ni en nuestros mejores sueños nos hubiéramos imaginado que todo comenzaría internamente y en uno de sus (aparentemente) puntos más fuertes; la economía. Y preocupante porque… ¿de verdad es necesario que lo explique?
Hasta antes del euro el dólar era la unidad monetaria más confiable del mundo, y ahora ya no es más confiable que el peso mexicano, pues es tan inestable que poco falta para que los grandes inversionistas, las grandes potencias mundiales y las bolsas de valores más poderosas del mundo comiencen a mirar al dólar con un completo desdén que, por incertidumbre aún, quizás, siguen considerando, aunque ya con cierta desconfianza y temor.
Si a esto añadimos los problemas políticos y sociales que enfrentan, creo que no es arriesgado asegurar que, para dentro de tres o cuatro años, minutos más minutos menos, los Estados Unidos no serán ni la sombra de lo que fueron.
El tío Sam nunca había estado en tanto peligro de muerte, ni durante la gran depresión, pues ahí el país aún no era la potencia que sería hasta después de la caída del nazismo. Ahora el Imperio Estadunidense vive su declive, y el fin está tan cerca que ya casi podemos verlo; cualquier error, a partir de ahora, será determinante en el futuro de la otrora potencia mundial (aún se mantiene, de cierta forma, pero la caída es inminente); amenazados por Corea del Norte, Venezuela, Rusia, Cuba, y una larga lista de países que gustosos esperan una oportunidad para vengarse del país que tanto daño ha causado (y que quede claro que no pretendo culparlos de todos los problemas del mundo, sería tan injusto como decir que el sida es culpa de los homosexuales), pero siendo “objetivos”, sabemos que de los males del mundo, los más, fueron y son provocados por los gabachos.
Ahora no nos queda mas que esperar el curso natural de las cosas; Bush saldrá de la Casa Blanca por la puerta trasera, con más pena que gloria, y el nuevo Presidente tendrá una tarea tan complicada que, más que el triunfo debería añorar la derrota, pues el país le quedará en una situación tal que, sólo tendrá de dos sopas; mantener a flote el barco por algunos años y hacer la caída más decorosa y menos evidente (o al menos no tan tajante), o cometer un error tan garrafal (entiéndase cualquier nuevo conflicto bélico en el que quieran inmiscuirse o renovar votos con alguno ya olvidado por un tiempo para intentar, inútilmente, resurgir como el fénix de sus propias cenizas) que termine por precipitar el derrumbe, y cambiar el famoso American way of life por una desolación tan devastadora, que el país de las barras y las estrellas pasará del primer mundo al tercero tan pronto que ni Hollywood con su patriotismo insano, MTV con su enajenación mental, Coca Cola con su adictiva fórmula y el Parlamento Ingles con su incondicional apoyo, podrán evitarlo.